sábado, 6 de mayo de 2017

El desafío de amar

Si el buen amor quiere promover la plenitud de la persona a la que amamos, será difícil si estamos constantemente invadiendo y traspasando los límites de su ser. En el día a día, ese respeto se expresa de distintas maneras.

Respetar los espacios: todos queremos tener un espacio para nosotros mismos, tiempo para realizar actividades que no deseamos compartir con nadie, esto no quiere decir que no amemos a nuestra pareja.

Estar con amigos, familia, alguna afición, o simplemente un tiempo a solas. Debemos respetar todos estos espacios, si deseamos la plenitud de aquella persona a la que amamos. Incluso debemos promoverlos y alimentarlos porque ese tiempo y actividades nos enriquecen y aumentan nuestro bienestar. Los celos no tienen lugar en el buen amor, porque esas otras cosas o tiempo a solas, favorecen la plenitud de la pareja.

Respetar la intimidad. Hay cosas de la persona que amamos, de las que no sabemos y debemos aceptar que así tiene que ser. Eso no significa necesariamente que puedan ser dañinas o desagradables para nosotros. Las razones para mantener algo en privado pueden ser múltiples y variadas, y entre ellas está, sin duda, la simple necesidad de mantener un espacio propio en el que no entre nadie más. La intimidad es un fin en sí misma, una condición necesaria para poder tener paz interior y debe ser respetada si amamos bien al otro.

Respetar las diferencias: los gustos, las opiniones, los criterios o los ideales, forman parte íntegra y fundamental de lo que el otro es y deben construir un límite que no debemos rebasar ni siquiera en nombre de los acuerdos que tenemos dos personas involucradas en un vínculo. Seamos sinceros, aceptar que es un golpe a nuestro orgullo que los demás no opinen o prefieran lo mismo que nosotros. Si somos conscientes de ello, sabremos generar en el otro un sentimiento de aceptación que es esencial para el buen amor.

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